Actualmente la inquietud por coleccionar relojes antiguos de bolsillo ha tomado un nuevo impulso como actividad de ocio para algunos coleccionistas con vocación de relojeros, sin pretender en ningún caso dedicarse de forma profesional a tal fin.
Les motiva muchísimo el poder poner en marcha sus piezas a pesar del riesgo que conlleva manipular este tipo de relojes sin un buen fundamento técnico; es por esta razón que solo se pueden utilizar en las prácticas posteriores a la formación; relojes sin mucho valor (histórico o monetario).
Para la especificidad de esta formación, se preparan cursos para cursillistas que ya tengan superados los niveles base de la formación sobre el reloj mecánico de pulsera o bolsillo de tipo más moderno o actual; sobre estos conocimientos ya asimilados se inicia la formación especifica de los coleccionables con la seguridad que nos proporciona el saber aplicar el procedimiento ya aprendido y con la certeza de poder enfrentar los retos de las averías de los más antiguos.
Manipular piezas antiguas sin una formación previa de base; puede provocar una bajada en la motivación y hacernos perder la ilusión por llegar al final del camino emprendido.
Ejemplo de un reloj de bolsillo antiguo, con posibilidad de utilizarlo como elemento real de aprendizaje.
Un cursillista analizando las particiones o el estado general de la platina.
Es recomendable antes de iniciar las operaciones de mantenimiento o de reparación en este tipo de piezas antiguas ; conocer el histórico y técnico antes de cualquier intervención ya sea fácil o complicada.
La parte histórica y la parte técnica nos servirá para valorar el reloj y saber a que atenernos en caso de roturas o fallos durante los procedimientos de reparación.
Aun siendo piezas de poco valor monetario, merecen nuestra consideración aunque sea por su época de fabricación y por el servicio que han prestado desde su puesta en marcha buena o mala desde sus inicios.
Observación importante: a este tipo de reloj en general; no se le pude pedir que afine más, o sea que tenga mejor marcha horaria de la que en sus constructores tenían previsto; aunque siempre podemos intentarlo.
Los usuarios de relojes antiguos que los comparan con los actuales (mecánicos) se pueden llevar una desilusión; si no conocen a fondo, el histórico y técnico de cada uno de ellos.
Una formación de tipo básico para poder manipular con seguridad nuestros relojes de colección es imprescindible si se quiere ir más allá del conocimiento puramente externo y de clasificación histórica.
Si fuera el caso de querer profundizar en la opción de lo expuesto anteriormente; es recomendable hacer un curso básico de mantenimiento simple; antes de intentar manipular sin información ni método este tipo de relojes, la mayoría de ellos sin piezas de recambio; en caso de necesidad.
La recomendación que hacemos siempre a los interesados; es una iniciación con el nivel D1 para seguir más adelante con el D4 de base, antes de manipular los relojes de colección propios.
De nuestros relojes de colección es bueno ejercitarse primero con los de menos valor a poder ser y a medida que mejoramos nuestras capacidades como relojeros, vamos aumentando nuestra seguridad de manipulación y con el pasar del tiempo y la formación continua se puede conseguir el objetivo deseado de intervenir en cualquiera de ellos sin miedo.
Cursillista en fase de clasificación y análisis de un reloj de colección propio.
En las fotografías que adjuntamos al texto se puede ver a uno de nuestros cursillistas en la fase de clasificación y análisis de sus relojes de colección una vez superados los niveles D1 y D4.
Por regla general los inicios son de tipo repaso básico, con algún pequeño retoque en relojes que no tienen grandes defectos y solo necesitan una atención de tipo generalmente de limpieza y reparación sin demasiada complicación.
No se puede describir con palabras la primera vez que uno de estos cursillistas consigue hacer que su reloj se ponga en marcha con mayor o menor fortuna.
Como muchas veces dicen: “lo he devuelto a la vida”, la frase no es muy adecuada para describir el momento, puesto que se usa la expresión para otros menesteres; pero no hay lugar a dudas que algo de razón tienen. <p">Un reloj parado por avería tiene un valor monetario y de otro tipo que una vez puesto en marcha de forma adecuada a su calidad y época de fabricación se multiplica por mucho y nos recompensa del esfuerzo realizado.
En resumen; estamos al servicio del sector relojero, cualquiera que sea la inquietud y las ganas de aprender sobre los relojes de pulsera y de bolsillo, ya sean antiguos o modernos.
Actualmente es impensable ajustar la marcha del reloj como se hacía antiguamente, mediante el uso de las tablas y de los informes de marcha diarios.
La tecnología de los primeros aparatos de control de la marcha por comparación eran muy básicos, pero suficientes en su momento para liberar al relojero de los informes diarios tanto de la marcha diurna como nocturna.
Estos crono-comparadores de patrón de lámparas o transistores; sin muchas de las funciones necesarias actualmente; nos ayudaron mucho pero actualmente no están certificados para las exigencias de los relojes de hoy día.
Las necesidades de ajustes y de afinación en la actualidad; demandan crono-comparadores muy avanzados y con patrones muy fiables en cuanto a la comparación con los del reloj mecánico actual.
La palabra crono-comparador (frecuencias mecánicas) no deja lugar a dudas, se trata de medir la marcha del reloj con el patrón interior del aparato; de cuanta más calidad y fiabilidad sea este; mayor precisión y certeza del ajuste se realizará.
Observación: si juntamos un buen crono-comparador con los conocimientos necesarios para su uso y el curso de reglaje y afinación de nuestra formación el éxito puede llegar en poco tiempo.
Operación final de retoque de la afinación antes de cerrar el reloj definitivamente.
La utilización del crono-comparador debe seguir unos pasos de forma estandarizada con unas normas básicas que podemos resumir en una sola e imprescindible que es:
Sin estos requisitos es muy difícil que se llegue a una excelencia en la puesta a punto o la afinación final del reloj en cuestión.
La función principal del aparato es la de detectar cualquier anomalía o defecto de las partes fundamentales del mecanismo, principalmente el órgano oscilador o regulador.
El crono-comparador funciona detectando los sonidos procedentes del interior del mecanismo, como el escape o del volante espiral de forma que necesita para su correcto funcionamiento un ambiente sin mucho ruido externo.
La formación especifica sobre el aparato se refiere a saber analizar los datos que se nos presentan de forma eficiente en la pantalla y trasladar la información para preparar las operaciones de reparación de estos defectos detectados.
Las ayudas que proporciona el crono-comparador son imprescindibles actualmente para el relojero, solo a modo de ejemplo enumeramos unas cuantas:
En resumen: es actualmente impensable pensar en unas operaciones de cualquier tipo sobre un mecanismo de reloj mecánico sin la intervención y el análisis que proporciona un crono-comparador de calidad.
En el último curso específico dedicado al cronógrafo mecánico Valjoux, se sustituyó el básico 7750 por el 7751 y los cursillistas llegaron mucho más allá de la previsión inicial de la programación.
En las fotografías que acompañan al texto, podemos observar el momento exacto del desmontaje y análisis de todos los elementos de este calibre fabricado antiguamente por Valjoux, y que actualmente lleva la referencia Eta 7751.
En las fotografías se observa el desmontaje para el control de las fornituras
Las instalaciones dedicadas a los cursos de formación en Industrial Martí, están situadas en una calle muy céntrica de Barcelona y muy cerca de la Catedral, en el Barrio Gótico.
La dirección de la compañía decidió en su día que un piso alto con mucha luz natural y con vistas a la parte antigua de la ciudad, sería el lugar óptimo para impartir las clases y así procurar un buen ambiente de trabajo para los asistentes a los cursos.
El espacio se divide en un taller de prácticas, que dispone de más metros cuadrados por alumno (vid. fotografía); un aula en que se imparte la teoría, con una mesa de trabajo para los cursillistas de niveles D8 y D9 y que está insonorizada respecto el taller principal; y un área de descanso, donde se encuentra el comedor.
De esta manera, en caso de que coincidan dos cursos con diferentes niveles de formación, se dispone de espacios diferenciados e insonorizados que permiten impartir las clases, sin que haya interacción entre las dos partes.
Vista parcial del taller de prácticas, visto desde el aula de teoría.
En nuestra formación relojera, hay un concepto que prevalece a la hora de programar nuestros cursos dedicados al mantenimiento y reparación de relojes. Ese concepto, que es imprescindible para poder ejercer con confianza y rendimiento la profesión, es “El Método”.
Sin un método eficaz de trabajo, las operaciones de mantenimiento o de reparación de los relojes con problemas de funcionamiento, se hacen más arduas, complicadas y, a la larga, conducen a tener que hacer más correcciones de las deseadas.
El método consiste, en esencia, en organizar de forma coherente los procedimientos: de entrada, registro y presupuesto de mantenimiento o de reparación, que se valorará en función de la dificultad, el coste y la inversión de tiempo que será necesaria en cada caso. Y, a continuación, se prepara la metodología de trabajo propiamente dicha en el taller.
En definitiva, la decisión final sobre si merece la pena reparar un reloj la tiene su propietario, después de que el relojero haya efectuado una estimación del coste de las operaciones a realizar.
En todo caso, es importante calcular bien el presupuesto para que las dos partes puedan mostrar su conformidad en la transacción comercial.
Cursillista aplicando un método de trabajo para un reloj de cuarzo de tipo básico
Leer más: El método para ser relojero mantenedor y reparador
Desde el inicio de la formación en Industrial Martí de Relojería SL, los alumnos disponen en todo momento de un acompañamiento cercano en su formación.
Para conseguir esta meta, el taller dispone de 6 mesas de trabajo para un máximo de 6 alumnos, de manera que cada uno dispone de su propio espacio para aprender.
Los dos profesores mantienen el buen nivel formativo para proporcionar al sector relojero unos futuros relojeros de buen nivel profesional.
La asistencia a los cursos inicia al relojero en el camino para llegar a ser algún día un buen profesional en el sector relojero.
Las horas de prácticas en casa o en el trabajo completarán la formación de cada uno de los alumnos.
El profesor orienta al cursillista en una operación de encajado del módulo.
La flexibilidad y adaptabilidad a las necesidades de formación siempre han sido objetivos prioritarios a la hora de programar los diferentes cursos que impartimos en las instalaciones de Industrial Martí de Relojería SL.
La atención personalizada es fundamental para conseguir los objetivos fijados al inicio del curso y, así, dar rentabilidad de forma inmediata al coste económico y temporal empleado en la formación.
No podemos ser rígidos en este aspecto puesto que en cada curso juntamos niveles diferentes y todos los asistentes, deben salir al final con los objetivos generales del curso asimilados según el curso escogido.
Desde el nivel más simple (1) al más complicado (9), la atención del profesorado es personalizada y, para ello, las instalaciones están preparadas para poder cubrir estas necesidades didácticas.
Para la formación de los niveles altos, disponemos de una mesa de trabajo separada del resto para poder crear un ambiente de trabajo que proporciona una mejor concentración para realizar los ejercicios prácticos que dan acceso a recibir los diplomas D7,D8 o D9.
Si por ejemplo nos referimos al nivel formativo D7, la finalidad consiste en mejorar todos los aspectos del relojero reparador y prepararlo, si así lo desea, para poder acceder a las pruebas de competencia que algunos grupos relojeros exigen para formar parte de su servicio técnico.
Mesa de trabajo con una alumna de nivel alto preparando una espiral para reloj de 18000Ah
Leer más: Personalización de los contenidos según el nivel del alumno
En la fotografía mostramos uno de los momentos más importantes en nuestra formación específica sobre el mantenimiento, reparación y/o restauración del reloj mecánico de pulsera.
Vemos como el grupo de alumnos ponen en común con los profesores el procedimiento necesario para poder solucionar los problemas y averías que se presentan durante las sesiones diarias.
Puesta en común en el aula de teoría
Aunque la base de nuestra formación sean las prácticas de taller, reconocemos la importancia de dedicar algún tiempo a la teoría que se refiere al conocimiento de los elementos, tanto mecánicos como electrónicos, del reloj de cuarzo.
Además de facilitar esta información al alumno también le damos las herramientas necesarias para que sea el propio alumno quien sea capaz de buscar y encontrar dicha información en las páginas web de los propios fabricantes.
Estas informaciones se pueden guardar para consultarlas a posteriori en soportes tradicionales como el papel impreso o bien mediante los soportes digitales.
Un cursillista inicia el montaje de un mecanismo fabricado por Miyota.
Leer más: Información y documentación para una buena formación
Actualmente podemos asegurar que en el sector relojero se pueden encontrar talleres que se dedican al mantenimiento y a la reparación de relojes de pulsera pero, en cambio, hay muy pocos que se dediquen a la restauración.
Para poder dedicarse a la restauración, son necesarios unos conocimientos de micromecánica (torno y fresa) que permitan en un momento dado, construir o fabricar los elementos y piezas que no encontraremos en el mercado global, ya sea por su escasez o por su dificultad de fabricación.
Por el contrario, en el mantenimiento y reparación de relojes de pulsera de todo tipo sí que podemos encontrar espacio para iniciar nuestra andadura profesional. En este ámbito, Industrial Martí de Relojería SL siempre ha dado soluciones al sector relojero con sus cursos desde 1979.
Cursillista reparando un reloj de tipo “vintage”.
Una parte importante de la formación en los cursillos, es el conocimiento y manejo de los diferentes útiles y aparatos para el control y verificación de las medidas eléctricas que nos recomienda el fabricante del reloj.
Es necesario conocer, tanto las operaciones a realizar, como las medidas recomendadas, para poder concretar cuál es la parte del mecanismo del reloj que falla, es decir sus elementos electrónicos.
Fotografía donde aparece un cursillista realizando un control con el tester.
Leer más: Verificación de averías con los aparatos de control y cronocomparadores
Para realizar de forma adecuada la sustitución de elementos energéticos (como por ejemplo, la pila) en el reloj electrónico de pulsera, de cualquier tipo, es necesario mantener unos estándares de calidad y de buen hacer como en otras operaciones de mayor dificultad.
En ocasiones, el peor enemigo a veces del relojero es el exceso de confianza y, no por falta de conocimientos, sino a menudo por la poca importancia que se da a esta operación, que para nosotros sí la tiene.
Un buen método de trabajo consiste en aplicar el procedimiento adecuado en cada caso, lo que proporciona seguridad y rapidez a esta operación tan frecuente en el sector de la relojería.
La fotografía muestra el instante previo a iniciar la sustitución de la pila
Leer más: Sustitución de elementos energéticos para el mantenimiento del reloj de pulsera
Para el departamento de formación de Industrial Martí de Relojería SL siguen siendo importantes los cursos de iniciación al mantenimiento y reparación de relojes electrónicos de base.
Este nivel formativo va dirigido a todas aquellas personas que desean empezar a trabajar en el ámbito de la relojería más comercial y de consumo. Actualmente este tipo de relojes forman el grueso del mercado del reloj de pulsera.
Hablamos de una formación dirigida a poder solucionar todos aquellos problemas del día a día y que surgen en el normal desarrollo de nuestros negocios o incluso en nuestra propia colección de relojes.
Las pequeñas averías y las sustituciones de elementos o partes de estos relojes son la razón de la programación de los niveles D1 y D2 de nuestro catálogo formativo y, precisamente por tratarse de incidencias que surgen en el quehacer diario, también son los de más asistencia en nuestra aula-taller.
Sin embargo, sólo con la asistencia de a los cursos no es suficiente para que el alumno sea capaz de solucionar cualquier tipo de problema que se dé con un reloj, sino que esta formación se debe complementar con horas de ejercicios prácticos en el taller o en casa.
Fotografía del momento en que un cursillista retoca la bata o suplemento de caja para encajar en el reloj
La limpieza y pulido del exterior del reloj en las labores de reparación y mantenimiento son de obligado cumplimiento en algunas marcas. Como mínimo, es imprescindible realizar una limpieza del exterior antes de devolver al cliente su reloj reparado o restaurado.
Para estas tareas, en nuestro centro de formación disponemos de dos cabinas separadas y equipadas para poder enseñar a los cursillistas unas nociones básicas y suficientes sobre la limpieza del mecanismo y del exterior del reloj; así como de pulidos y acabados.
Cabinas adaptadas según las normas de seguridad e higiene en el trabajo.
Leer más: Formación para limpiar y pulir el exterior del reloj
Hasta el momento, nos hemos centrado en las cuestiones técnicas de la profesión. Sin embargo, también debemos prestar atención al lugar donde ejerceremos la profesión, es decir, al espacio físico en que la desarrollaremos.
En este sentido, se deben cumplir con las normas de seguridad e higiene en el trabajo.
A nuestro modo de entender, hay cuatro pilares que un buen taller de relojería debería cumplir, que son:
Vamos a tratar de explicar de forma resumida cada una de ellas.
El espacio compartido para poder desarrollar con seguridad la profesión actualmente debería disponer de una mesa, silla y lámpara para, al menos, unos dos metros cuadrados por relojero.
También es importante que el local tenga ventanas o balcones para poder ventilar de forma regular.
Desde hace mucho tiempo ya aplicamos estas normas internas en nuestra aula taller, a pesar de que aún no existieran las dificultades actuales.
Observación: Siempre hemos pensado en conservar la intimidad de la formación de cada alumno o cursillista.
Fotografía tomada antes de las circunstancias actuales; hoy en día hay más distancia entre mesas
En un taller de relojería moderno y para relojes de tamaño pequeño, como son los de pulsera, la pulcritud es de suma importancia.
Esta pulcritud se consigue eliminando el polvo en suspensión del espacio físico.
Si el relojero dispone de presupuesto para ello, debe convertir el taller en una sala limpia, es decir, que el polvo no pueda entrar por la diferencia de presión interior.
Aunque es costosa, es muy importante para que los servicios técnicos puedan garantizar un servicio óptimo a la hora de encajar los relojes nuevos o en garantía.
Observación: Unas motas de polvo en la esfera arruinan una buena reparación.
En general, la limpieza de mesas, sillas, lámparas, suelo y techos de forma habitual y en profundidad, es suficiente para realizar una buena labor.
Sobre la luz diremos dos cosas básicas:
La primera es que es necesaria una buena lámpara en la mesa de trabajo que no nos produzca reflejos.
Y, la segunda, es la necesidad de disponer de claridad en el entorno que compense la luz de la lámpara de la mesa cada vez que levantemos la cabeza, bien sea con luz natural o con luz artificial en el techo.
Observación: Con la luz adecuada evitaremos forzar la visión por un cambio en la intensidad de la luz.
El relojero reparador debe permanecer durante muchas horas en su lugar de trabajo, sentado y con luz artificial. Es por ello que las condiciones que deberíamos proporcionarle deben ser acordes con las normas de seguridad e higiene en el trabajo.
Básicamente nos referimos a:
Resumiendo, entendemos que los espacios dedicados a la relojería, deberían tener unos altos índices de pulcritud si se busca la excelencia.
En este artículo profundizaremos un poco más en la necesidad de aprender a utilizar, de forma rápida y efectiva, los aparatos de control y verificación de los valores eléctricos y electrónicos en el reloj de cuarzo.
Los relojes de pulsera de cuarzo analógicos se componen de dos partes bien definidas: la parte electrónica y la parte mecánica.
Debemos aprender a discernirlas dos partes y definir, con agilidad y certeza, qué parte falla y dónde tenemos las averías.
Para la parte mecánica, es necesario un conocimiento teórico del funcionamiento, seguido de un aprendizaje del método o procedimiento de trabajo y, además, haber realizado horas de prácticas con las herramientas adecuadas para poder solucionar las averías que se nos presenten. En cambio, para averiguar cuál es la parte de la electrónica del reloj que falla, será necesario disponer de un aparato adecuado para medir todos los valores que el fabricante en su guía técnica nos señala.
Cursillista aprendiendo el manejo de los aparatos de control de averías
En el mantenimiento periódico del reloj, hay tres medidas que son imprescindibles en las operaciones básicas y que se deben verificar para poder garantizar las reparaciones o el mantenimiento.
Estas medidas básicas se refieren a:
Lógicamente, para poder averiguar si las medidas están dentro de los parámetros que el fabricante recomienda como estándar; debemos utilizar los aparatos de verificación como los que se pueden ver en la fotografía adjunta al texto.
En nuestros cursos y con la ayuda del profesor, aprendemos de forma rápida y sencilla estas operaciones de control de medidas eléctricas y electrónicas así como la verificación de la buena marcha del reloj, haciendo uso del cronocomparador de frecuencias que el aparato lleva incorporado.
En resumen, después de asistir al curso de nivel D1, podemos asegurar que los objetivos generales del apartado relativo al control para el mantenimiento del reloj de cuarzo se cumplen holgadamente, siempre y cuando estas operaciones vayan seguidas de unas cuantas horas de prácticas.
Observación: Es conveniente repasar de forma habitual los procedimientos y el método de trabajo dado que, con el tiempo, se pueden olvidar conceptos muy importantes a la hora de calcular los costes de la reparación o mantenimiento.
En particular, en la relojería de pulsera hay un aspecto del método o del procedimiento que, si lo ponemos en práctica, nos ahorrará eventuales incidencias al final del trabajo. Se trata de la verificación y el control de las operaciones de forma visual mediante útiles ópticos.
A estos útiles ópticos los llamamos lupas y son muy conocidas entre los profesionales relojeros. Sin embargo, aún siendo muy conocidas, todavía tenemos algunas dudas sobre su utilización y sobre cuáles son las que se adaptan mejor a cada necesidad.
En este sentido, debemos tener en cuenta que hay una lupa del aumento para cada ocasión, siendo las de mayor aumento las que menos se utilizan.
Las lupas sirven para verificar y controlar el trabajo realizado, pero también para poder hacer el trabajo o la operación en el reloj de forma segura y eficaz. Por ejemplo: En el momento de aceitar una piedra del puente de rodaje o de colocar aceite en el plano de impulsión de la paleta o, incluso, de aceitar la piedra de contra-pivote del parachoques del eje de volante, será necesario utilizar una buena lupa de aumento para hacerlo de forma correcta.
Las lupas se pueden dividir en:
Juego de lupas en la mesa de trabajo para reparar un reloj de pulsera
Las lupas de trabajo, son las que se utilizan de forma constante durante toda la jornada laboral del relojero. Esta lupa de poco aumento se deberá sostener de manera que el relojero se encuentre cómodo con su enfoque y con la distancia adecuada de trabajo.
Por su parte, las lupas de verificación y control son de más aumento y sólo se usan para comprobar una operación concreta.
Finalmente, las lupas de gran aumento se usan de forma esporádica para controlar las imperfecciones de los elementos y partes del reloj si es necesario. Son de muchísimo aumento y se recomienda su uso ocasional y breve.
En resumen, el relojero debería disponer en su mesa de trabajo de tres lupas de forma habitual, que son: una de bajo aumento 2,5 a 3,5, otra de verificación de 10 o 12 aumentos y la de gran aumento de 16 a 20 o más; incluso puede ser un binocular.