Una parte importante de la formación en los cursillos, es el conocimiento y manejo de los diferentes útiles y aparatos para el control y verificación de las medidas eléctricas que nos recomienda el fabricante del reloj.

Es necesario conocer, tanto las operaciones a realizar, como las medidas recomendadas, para poder concretar cuál es la parte del mecanismo del reloj que falla, es decir sus elementos electrónicos.

Fotografía donde aparece un cursillista realizando un control con el tester.

Para un mantenimiento básico, se tienen que realizar cuatro medidas importantes antes de proponer una solución:

  • Control de la fuente de energía.
  • Conocer el consumo del módulo.
  • Verificar si la bobina está en condiciones.
  • Verificar si el cristal de cuarzo está trabajando a su frecuencia, etc.

Los profesores son conscientes de que para los relojeros esta parte del curso es más ardua, dado que es la más teórica y el relojero debe confiar en los resultados de la medición que ha verificado en el aparato. En este sentido, muchos de ellos están acostumbrados a comprobar los defectos que puedan existir con su lupa, de manera que tiene que familiarizarse con la observación de los parámetros que aparecen en una pantalla.

Para todas estas cuestiones están los profesores en el taller, acompañando siempre al alumno, hasta que éste sea capaz de manejar y entender todas las operaciones que debe llevar a cabo.

Aunque parezcan de entrada difíciles de asimilar, con el método que empleamos se puede aprender de forma rápida y eficaz.

Es muy gratificante cuando una vez se conoce a fondo el método y el procedimiento a emplear, se detectan rápidamente las averías del reloj.

Si somos capaces de averiguar en poco tiempo el problema al que nos vamos a enfrentar, se puede confeccionar un presupuesto ajustado y honesto para las dos partes. Un presupuesto de reparación cambiante a medida que esta avanza, está mal visto por los clientes y, no modificarlos en ese caso, también puede resultar gravoso para el relojero.

Por ello, es importante que los clientes estén informados del presupuesto con carácter previo a empezar cualquier reparación y, si es posible, es mejor que dicho presupuesto sea cerrado.

La factura final con algún detalle informativo o la devolución de las piezas o elementos que se han sustituido, pueden ayudar a que nos vean como profesionales serios.

En todo caso, no somos nadie para decir como deben llevar sus negocios los asistentes al curso; salvo que nos pidan nuestra sincera opinión. 

Siempre decimos que lo que funciona no se cambia, sino que se retoca, se mejora o se adecua a los nuevos tiempos.